Leer y escribir en la escuela
Lerner, Delia (2001). Leer y
escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. Leer y escribir en
la escuela: lo real, lo posible y lo necesario (pp. 27-37). México: FCE.
Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario.
El capítulo habla sobre la
necesidad de la enseñanza de la escritura en la escuela, no solo como una
práctica escolar, sino que, también, como una práctica social que trasciende el
ámbito académico. Pero se plantea el problema de que esa necesidad choca con lo
que realmente pasa en la escuela y lo que en ella es posible. Se despliegan las
dificultades de la enseñanza de la escritura, como lo son la
descontextualización de la práctica letrada con la actualidad, la segmentación
de los objetivos de enseñanza, lo difícil de su evaluación y la distribución de
los derechos y obligaciones entre maestros y alumnos. Lo necesario, sin
embargo, y en lo que se pone foco en esta oportunidad, es “hacer de la escuela
una comunidad de escritores que producen sus propios textos” (pág. 26) y que
estos tengan sentido con su contexto social, es decir, que estos no sean solo
concebidos como un objetivo de enseñanza y aprendizaje, sino que también como
un medio y herramienta de investigación y conocimiento en el ahora, como
prácticas vivas y vitales. Lo real, sin embargo, es que hay tensiones entre los
propósitos escolares y extraescolares de la lectura y escritura, puesto que los
propósitos comunicativos suelen ser relegados o incluso excluidos de su ámbito.
No se toma el contexto del estudiante como un ambiente válido en el que se pueden
producir textos de diversos géneros, como una oportunidad para desarrollar la
habilidad de la escritura o como un contexto de producción. Sin embargo,
aparece una paradoja: “si la escuela enseña a leer y escribir con el único
propósito de que los alumnos aprendan a hacerlo, ellos no aprenderán a leer y
escribir para cumplir otras finalidades (esas que la lectura y la escritura
cumplen en la vida social); si la escuela abandona los propósitos didácticos y
asume los de la práctica social, estará abandonando al mismo tiempo su función
enseñante” (pág. 29).
El texto sirve para la didáctica
porque entrega sugerencias acerca de lo que se puede hacer dentro de las
posibilidades del currículum prescrito. La idea es que, dentro de la enseñanza
se de un espacio para que el sentido “actual” de los y las estudiantes tengan
cabida en la escritura de sus textos, a través de la articulación de propósitos
didácticos con propósitos comunicativos. O sea, se deben orientar las acciones
hacia el cumplimiento de una finalidad compartida. Lo anterior se debe hacer
mediante una planificación, secuenciación de clases y entrega de autonomía a
los alumnos, pero a través, como ya dije, del significado del contexto
discursivo en el que se enmarcan sus realidades, sus situaciones puntuales. Lo
posible, según el texto, es encontrar un equilibrio entre la enseñanza de la
escritura como fin y como medio de comunicación y creación social. Para lo
anterior es fundamental enseñar, también, los quehaceres del lector y del
escritor.
Nos parece que el texto cumple
bien su función de comparar lo necesario, lo real y lo posible, pues da
indicios de hasta qué punto se puede dar sentido al proceso de la enseñanza de
la escritura. Además, explica muy bien la intersección entre lo real y lo necesario,
dando un equilibrio entre lo que se pide oficialmente y lo que se debe hacer
para que el aprendizaje tenga sentido. Sin embargo, creemos que hubiera sido
mucho más completo si se hubiera ejemplificado con situaciones concretas en el
aula, como una secuencia didáctica por ejemplo, para llevar a cabo este
objetivo, ya que podría haber servido como una guía de cómo implementar
herramientas para lograr el objetivo de tomar en cuenta el contexto del
estudiante.
Fabiola Inalef
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