La didáctica de la literatura


Munita, F. (2017). “La didáctica de la literatura: hacia la consolidación del campo”. Educaçao e Pesquisa, v43 n° 2, pp. 379-392.

Palabras clave: Investigación educativa — Didáctica de la literatura — Educación literaria.

En la primera parte de este texto, se contextualiza históricamente la necesidad de que naciera una didáctica específica de la literatura, la que finalmente surge gracias a la fuerte crítica que empezó a recibir el modelo historicista, que consistía en una lectura intensiva de clásicos y literaturas nacionales. Como respuesta a lo anterior, surgió el comentario de textos, que suponía un análisis detallado de ellos, con base en las corrientes estructuralistas y formalistas, pero lo anterior seguía siendo una lectura distanciada de los lectores. Después de las dos corrientes anteriores, hubo una ruptura epistemológica, ya que el interés se desplazó hacia la interacción del texto con el lector y su consiguiente construcción de significados: la estética de la recepción, que no solo se basa en las características propias del texto y su análisis intensivo, sino que considera factores externos al texto y factores internos del lector. Seguidamente, se empieza a hablar de las dificultades y avances que ha experimentado la didáctica de la literatura. El primer modelo mencionado es el comunicativo, de finales del S. XX. Dicho modelo orientaba el aprendizaje de la lectura hacia los textos funcionales, lo que produjo el desplazamiento de la literatura a un plano secundario. La emergencia de un nuevo contexto de promoción de la lectura supuso un énfasis en el placer lector, en un intento por descolarizar la lectura. Pero esto trae el efecto negativo de basar la lectura en el contacto libre con los textos y, por lo tanto, la intervención docente pasó a segundo plano. En un tercer apartado, se hace un análisis de un nuevo modelo de la educación, el que se orienta hacia dos grandes aspectos: primero, favorecer la competencia interpretativa; segundo, promover la construcción de hábitos lectores, así como una relación placentera y de implicación personal frente a los textos. Lo anterior se puede resumir, de forma muy precisa, en la siguiente cita: “no es el dominio de un patrimonio de obras, ni la apropiación de los valores morales que estas vehiculan, ni el análisis de las características formales de su literariedad el objetivo último de la nueva didáctica, sino la progresiva adquisición de un modo de leer por parte de los alumnos, un saber leer literario que, al finalizar su escolaridad, puedan poner en juego en sus lecturas libres y personales” (p. 385). Por último, se habla sobre la necesidad y productividad de las secuencias didácticas, las que brindan a la enseñanza literaria un “marco global cuya realización se apoya en diversas modalidades de lectura y en el uso de dispositivos didácticos” (p. 388). Se hace énfasis en situaciones dialógicas en las que se puedan construir interpretaciones de forma colectiva en el aula y, por lo tanto, dar opiniones y puntos de vistas diferentes.
Creemos que este texto llega a una conclusión bastante coherente con respecto al recorrido histórico que hace respecto del desarrollo de la didáctica de la literatura y su situación actual. Me clarifica bastante, como futura profesora, los caminos a seguir para conjugar una experiencia de identificación e implicancia emocional con el texto y al mismo tiempo la creación de un hábito lector que el o la estudiante puedan utilizar fuera del ámbito escolar. Destaco las ideas que entrega sobre secuencias didácticas, pues no solo hace un estudio teórico, sino que también da ideas para que ese conocimiento teórico se pueda llevar a la práctica en la sala de clases.

Fabiola Inalef

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